La proclamación de la Segunda República española
consistió en la instauración el 14 de abril de 1931 del nuevo régimen político republicano que sucedió a la monarquía borbónica de Alfonso XIII, que había quedado «deslegitimada» al haber permitido la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) fracasada en su intento de vuelta a la «normalidad constitucional» con la dictablanda del general Berenguer (1930-1931). Para el poeta Antonio Machado «¡Aquellas horas, Dios mío, [estuvieron] tejidas todas ellas con el más puro lino de la esperanza, cuando unos viejos republicanos izamos la bandera tricolor en el Ayuntamiento de Segovia!».
España en 1931 constituye un caso único en la historia, pues nunca se había producido la caída de una monarquía «como consecuencia inmediata de los resultados de unas elecciones no convocadas con tal finalidad». También lo fue porque el cambio de régimen se produjo de forma pacífica y en orden, sin que se produjera ningún tipo de altercado. Así lo constató la prensa monárquica —«Hay que reconocer y hay que felicitarse del orden y de la tranquilidad con que se ha verificado el cambio de régimen», publicó El Tiempo— y así lo destacó el escritor y concejal republicano Miguel de Unamuno desde el balcón del Ayuntamiento de Salamanca en el momento de proclamar la República en la ciudad: «Vosotros, a los que se os ha llamado «chusma encanallada», habéis dado un hermoso ejemplo de ciudadanía manteniendo el orden contra «los del orden», que no era más que el desorden organizado».
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